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martes, 13 de octubre de 2015

¿Comercio injusto?

Más de ciento cincuenta mil personas se han manifestado en Berlín en contra de que se siga negociando para crear una zona de Libre Comercio entre la Unión Europea y los Estados Unidos. Coinciden las quejas con la reciente firma del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Japón, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Este acuerdo se ha criticado duramente por distintos motivos; laborales, medioambientales, de patentes médicas, etc.
Quiero centrar mi reflexión en un punto; ¿El comercio internacional, en sí mismo, es malo o bueno? Como tantas otras veces, los detractores dicen que no es trigo limpio mezclando churras con merinas. Es como cuando me enfado con mi hijo porque lleva los pantalones sucios y me contesta que su hermano es peor porque ha perdido la chaqueta del chándal. Que una cosa esté mal no hace que la otra mejore o empeore. Sorprendentemente este tipo de argumentaciones son utilizadas exitosamente por los críticos en demasiadas ocasiones. En el asunto que nos ocupa; las críticas medioambientales, laborales y demás son inaceptables para las sociedades modernas. Independientemente de si los bienes comerciados son mediante un tratado de libre comercio o no. Por ejemplo, China es un país que vende sus productos por el mundo sin cumplir una mínima legislación laboral, medioambiental, etc. No cumple ni con la más básica que es la libertad y los derechos humanos de su pueblo. Vende con aranceles pero eso no implica que no sea competitiva. Quizás lo sea, porque no destina recursos para cumplir con los requerimientos de nuestras legislaciones. El comercio de los países que no cumplen con un mínimo legal no debería ser aceptado en occidente. Entiendo que los empresarios locales se quejen de que se admita la entrada de esos productos. Hay movimientos de consumidores por un comercio justo que señalan este tipo de malas prácticas como el textil en Bangladesh y tantas otras. Pero sus esfuerzos no son tan exitosos como los bajos precios de las materias que entran desde esos destinos. Los movimientos anti globalización, anti capitalistas, etc. son utilizados por los lobbies de los sectores incompetentes (que no pueden competir internacionalmente) para mantener barreras comerciales. Organizan manifestaciones y demás para conseguir el favor de la opinión pública. O cosas peores como quemar camiones con fresas nada más pasar la frontera. Los paganos son los ciudadanos que no pueden acceder a productos mejores y más baratos, además de tener que destinar parte de sus impuestos a sostener industrias incompetentes. Curiosamente los mismos “anti-todo” se quejan de que se castigue sin poder comerciar con el mundo a países como Cuba o Corea del Norte. Son contradicciones insoportables. Entonces, ¿en qué quedamos? ¿El comercio es bueno o es malo?
Erase una vez, un avión que tuvo que aterrizar por problemas técnicos en un aeropuerto medio abandonado de Kazajistán. Los tres únicos pasajeros fueron llevados a unas celdas  individuales, con camastro incluido, a pasar la noche. Tenían para cenar tres botellas de agua grandes, tres panes y tres chorizos kazajos. El recluta patoso se lió y entregó la bolsa con todo el agua al primer pasajero, la de pan al segundo y la de chorizo al tercero. Como ninguno sabía kazajo, guardaron su bolsa en la celda y se fueron a dormir para que llegara pronto el nuevo día para salir de aquel tugurio. Ahora bien ¿Qué hubiera sucedido si se hubieran enterado a tiempo de la metedura de pata del soldado? Seguramente hubieran expuesto cada uno sus bienes y hubieran repartido una ración para cada uno. Después de tan opípara cena se hubieran entretenido viendo la puesta del Sol por los Montes Urales. Así mismo los países que comercian exportan aquello en lo que son competitivos y reciben del resto bienes en los que no son tan buenos. Y están mejor haciéndolo así que quedándose encerrados en sus celdas. Como decía Benjamín Franklin “El comercio internacional no ha arruinado nunca a ninguna nación”

Carlos Medrano Sola
Economista y consultor