El emprendedor responsable es el
que tiene respuesta. Tener respuesta es no tirar balones fuera, no acusar a los
demás, no vivir en el valle de las lamentaciones. No ser un esqueroso. Esqueroso
no es una errata, es un adjetivo que describe a todos los que vienen con frases
que empiezan por “Es que,…”. Cuando empecé a escribir sobre emprendimiento hace
cinco años me sentía en la necesidad de apoyar su desarrollo en una sociedad
obnubilada por causa de la reciente explosión financiera mundial. Pasados cinco
años debo decir que jamás pensé que mi deseo se fuese a cumplir de forma tan
extensa. De tal forma, que ahora todos somos emprendedores. Y eso está bien, en
tanto en cuanto, un emprendedor es aquél que crea sus circunstancias, lo que en
el pueblo dicen “buscarse la vida”. Pero cómo toda moda, tiene su peaje. El
efecto pendular del “nadie quiere emprender” a “todos somos emprendedores” ha
generado una ingente masa de “felicianos” emprendedores sin preparación, a los
que persiguen un no menos numeroso número de supuestos expertos asesores
preparados para motivarles y sacarles la muela sin dolor. La híper motivación
de individuos sin preparar acabará en desastre. Cómo decía Emilio Duró, si
motivas a un burro a correr el Gran National (carrera internacional de
obstáculos para caballos pura sangre). Le obligas a que lea “Quién se ha
llevado mi queso “y “El poder está en ti”, el castañazo que se mete contra la
primera valla es antológico. Porque un
burro por naturaleza puede saltar medio metro. Y por mucho que lo desee será incapaz
de superar las vallas del Gran National.
La gran mayoría de los
emprendedores que conozco están enamorados de su producto/servicio. Y eso está bien hasta cierto punto. El amor
es ciego. Desean triunfar. Se les apegan interesados y falsos profetas que les motivan
con metodología “Sky is the limit” (el
cielo es el límite). Carecen de autocrítica y Planes B. Además, el emprendedor
cae bien porque está entusiasmado. Y no le suele ser difícil conseguir el
dinero necesario para arrancar la idea. Como dicen los americanos los primeros
inversores son las tres F, Family, Friends and Fools (familia, amigos y locos).
Hay cosas peores que dar dinero a fondo perdido, por ejemplo, firmar un aval. Y
es que un avalista es un tonto con un boli.
Mi preocupación radica en la
estadística. El 80% de las empresas cierran antes del segundo año. Este
porcentaje sube al 90% si nos vamos al quinto. Esas son las vallas del Gran
National. Cuando las cosas le van mal al emprendedor, lucha por seguir adelante
y refinanciar e incrementar sus deudas. Se centra en conseguir más madera para
que la locomotora no se pare. Aunque tengan que quemar todos los vagones. La
capacidad de lucha es loable si tenemos bien orientada la dirección del tren. Y
en la mayoría de casos esta orientación es errónea porque se focaliza en
desarrollar más el producto/servicio. Además si hay avales peligra el
patrimonio familiar, por lo que hay que
seguir adelante a cualquier precio. Cupido los centra en su amado producto en
vez de mostrarles su verdadero amor. Que no es otro que el cliente. Si estás
centrado en tu cliente. Si estás enamorado de él. Si solo piensas en satisfacer
sus necesidades tendrás un amor correspondido. Y serás su elección y te pagarán
las deudas y triunfarás. Los inversores profesionales quieren ver ventas y
crecimiento. Si lo hay, el dinero llega solo. Acudirá sin que se le llame. En
estas épocas de dinero barato es mucho más fácil conseguir financiación que
clientes. Para conseguir clientes hay que conocerles bien y darles algo para
que me valoren por encima de mi competencia. Y eso cuesta. Solo hay que buscar
en google para darse cuenta hasta qué punto esto es así. Si buscamos “dinero
para emprendedores” salen más de cuatro millones de páginas Web. Pero si
ponemos “clientes para emprendedores” las páginas apenas superan las quinientas
mil. Es decir, hay ocho veces más páginas de búsqueda de dinero que de
clientes. Demasiados emprendedores se dan cuenta de esto tarde. Alguno, cuando
recibe la carta del banco diciendo que se le acaba la carencia y que dentro de
2 meses tendrá que empezar a devolver el préstamo. ¿Quién le va a dar dinero
ahora para que siga mejorando su idea?
Carlos Medrano Sola
Es economista y consultor